jueves, 27 de diciembre de 2007

Cuando el desorden y la agitación te turban

Ropa interior, tirantes, manga larga, manga larga (la combinación de colores daba igual), pañuelo grande que hacía de jersey fino, chaqueta y abrigo. Tiritaba de frío mientras esperaba un taxi, que no llegaba, que no llegaba. Pensé que tal vez el taxi sí que llegaba pero que el problema era que no me levantaba y peleaba por coger uno. Una chica se había tirado a las vías del tren en la estación, lo mismo que un chico unas paradas más allá hacía escasos minutos. Feliz Navidad.



[Un tropel de hormigas de repente (visto desde muy arriba)...]

Tal vez un tropel de hormigas que pasaban unas por encima de otras formando un río de agua apretujada (o así debía de verse a unos 10 mil pies de altura)...

Tal vez ese tropel de hormigas que pasaban unas por encima de otras, que pisaban y posaban por si acaso llegaba algún fotógrafo de la prensa y les sacaba una foto para luego decir "Mari, no me ha tocao la lotería ¡pero salgo en el periódico!"...

Tal vez ese tropel de hormigas que mordían y se quejaban [que si no es mi culpa que la pobre muchacha se haya tirado, que si por qué no vienen más autobuses, que vaya organización, que si para qué pago yo impuestos, que si oiga esto es una anarquía] eran una excusa para que el tiempo se parara para mí. Más que el tiempo lo que se pararon fueron mis ideas que se congelaron sin querer. Viví una de las mejores sensaciones que una puede experimentar tal día como aquél en el que crees que no llegas viva al minuto siguiente y en el que pides perdón a quién sabe quién por pensar en eso a pesar de la chica de las vías que hay detrás de ti.

Tanto ir y venir y de repente, ¡todo el mundo quieto! Silencio... Parecía no haber nadie, parecía ser domingo, puente, verano; se asemejaba al desierto, excepto por la arena (que no había) y los pisos (que había demasiados), por lo del agua era bastante similar. De repente lo vi, y lo sentí. El reloj marcaba 8 grados centígrados, qué importaba la hora. Lo vi. El ocho se transormaba en el nueve poco a poco, con la delicadeza con la que un director de orquesta dirige su coro, con la delicadeza con la que apretas la mano de quien tienes al lado en una ópera, sabiendo que no vas a volver en mucho tiempo, con la delicadeza con la que te emocionas con una canción que no es pastelosa, con la delicadeza con la que respiras... Y yo sentí una ola de calor en mi cuerpo, y dejé de encontrarme mal y de tener frío. Por fin cogí el taxi sin silbar, sin llamarlo, casi vino a mí. "Le miré y vino a mí", imaginé.

Tal vez aquel tropel de hormigas insolentes volvió a su normal actividad de atropello. Yo, mientras, dormía en el taxi

3 comentarios:

Yaiza dijo...

hei!
llegué a tu blog porque te gusta París xD Aunque ahora lo he estado leyendo y me parece interesante la visión que tenes de las cosas. Si quieres pásate por el mío.
:) see u

Anónimo dijo...

Imagina que el tiempo se puede detener, y en ese momento... vas corriendo a mirar esa arena que no existe, o ese tropel de hormigas que tal vez asesinaste. O ese taxista loco que solo ese día se levanto 2 horas antes para poder llegar a tí, en el momento justo y en el momento oportuno para que tuvieras la fuerza de detener el tiempo y hablarnos de esto.

Me gustó lo que acabas de hacer, la percepción de como miramos la vida me fascina. Me fascina ver a la gente pensar, por que si tienes la dicha divina de poderlo observar, te das cuenta de mundos tan ricos que hasta podría decir tontamente que no son humanos.

Me fascina la gente, como una vez que fui hannibal y devoraba pensamientos. Pero esos tiempos ya pasaron.

Te explicaré que pasó, ya que eres una lectora nueva, y la verdad no tuve consideración de los nuevos amigos, solo de los viejos, que son como 50 y a todos los quiero mucho.

Tú estas en medio del fuego cruzado. Hace meses escribí un blog y en él talle otro de mis personajes, Tan humano como la misma humanidad puede permitirlo. Y bueno, es tan cerrrado y tan abierto como según el que lo lea lo sea con el mismo. Es un desastre, es contradictorio, tan vulgar y tan elegante como lo puede ser una botella de vino.

Abandone mis pliegos y a la orquesta la deje sin maestro. Me desaparezco de momentos a otros y nadie me encuentra solo llegan a mirar las huellas de mi carreta. Por eso soy carretero, por que voy acumulando en mi carreta, vidas, pensamientos, sentimientos y filosofías.

Nada de que impresionarse, míralo así... como un loco que un día escribió un blog y ahora el mundo no puede detenerlo. Ni podrán dejarme sin pensamientos y sin poesía.

Soy anónimo y el tiempo me ayudará a confirmarlo. Por eso.... Honor a los poetas anónimos, señorita.

que ya estamos cansados de los conocidos.

Un beso y un abrazo

Hannibal
011010

011010.blogspot.com

Velocet dijo...

Me ha gustado cómo has expresado que ese leve cambio de temperatura acababa con toda esa agitación. "Ahí, no tan lejos, un 8 se convertía en 9 y mi mundo no es el vuestro, al menos no así."

Really nice :)

:***