(Llegué a casa por la tarde noche, aún había luz en la calle y Eva me estaba esperando sentada en el sofá, mirándose los pies, tranquila, como siempre que está tranquila. Eva es feliz tranquila, haciendo las cosas despacio aunque tenga prisa).
Le pregunto cómo estás y lo único que se le ocurre responder es un sollozo entre las manos, que creo que se le escapa. A veces Eva es de ese tipo de personas que intentan coger los sollozos con las manos. Dice que "es que la canción es muy bonita". Eva, pequeña -pienso- las dos sabemos que es solo una excusa. Que estás en ese estado en el que llorarías porque las hormigas tuvieran terminatorpiernasgigantes para poder pisar a los niños que juegan sin cuidado al balón en la calle.
Eva, hoy he estado con Paco y hemos intentado cambiar el mundo. ¿Y qué tal esta vez? Está todo planeado (le guiño el ojo y sonríe, como una adolescente enamorada). Mira, consiste en irnos a trabajar por todo Sudamérica y recorrérnosla. Allá es fácil conseguir dinero para vivir.
Nos quedamos calladas, disfrutando del silencio de la otra. Vas a conocer mundo, Evita; tú, que casi no has visto nunca el mar. Yo te lo voy a enseñar... Es que eres muy pequeña. No pasas de los 20, tu llalla te dice ¡qué grande está ya mi niña por dios! pero tú sabes que no. Que aún no estás grande. Y te dan ganas de decirle, llalla, vámonos a crecer.
¿Sabes? A veces Paco me dice ¿qué haces aquí? Y yo me imagino en Cubacubita o en Laos o con una manta durmiendo en el Transiberiano... Tú también sueñas mucho. Sobre todo en el metro camino a casa. En eso nos parecemos un poco.
(Estamos las dos tumbadas en la cama. Tú mirando al techo y yo haciendo que leo el libro. Creo que de un momento a otro Platero va a venir y me va a dar suaves topadas en la espalda con su morro caliente y sus ojos negros. Tan negros que no hay un negro más negro en el mundo. Quién no querría abrazar a Platero. Platero es el burro más delicado y más bonito de todos los burros, qué le voy a hacer)...
Leo en voz alta:
"Se dijera, a cada instante, que vamos a descubrir un palacio abandonado... la tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable...
-Anda, Platero"
Juan Ramón Jiménez me da vida.
Y me deja reír a veces.
Yo también quiero a Platero. Él dormiría conmigo en mi habitación y abriríamos la ventana todas las noches para respirar bien. Yo creo que a Platero le gusta la corriente entre ventana y ventana. Sin duda preferiría el pasillo, donde el aire corre sin prisa.
(Qué lástima que todo esto solo lo esté pensando y no se lo diga. Le haría mucha ilusión, que yo lo sé)
domingo, 24 de agosto de 2008
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9 comentarios:
Eres especial.
Eres mi aire del pasillo.
un libro extraño ese.. o quizás lo leí en un tiempo extraño.. nunca se sabe si la culpa es de los libros o de los ojos que los leen..
Eva, cuando veas a Aída le comentas que quiero hablar con ella, que la tengo perdida y no se de su existencia, y de paso le das un beso de mi parte
¡Hola Aída! Mi encargo será justo el contrario... Cuando veas a Eva, le das un beso y le dices que me encanta lo que escribe. Un beso. Te llamo...
Te llamo. ¡Guapa coño!
Es tan agradable leerte... esta vez ha habido un momento en que he respirado hondo; lo curioso es que creo que lo hago siempre que te leo, estaré atento la próxima vez :)
Kisses
como fluyes....eres un cauce inquieto y en la búsqueda...
genial.
venga mi niña querida. Quiero que me acompañes de nuevo, y desde el principio.
No te dejaré ir esta vez.
Un abrazo,
hannibal
Espero que escribas, por que me gusta como lo haces..
saludos
hannibal
"la tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable..."
Me quedo con esto, el presente no se vive ni lento ni rápido sino profundamente.
Así quiero vivir yo cada día.
Una buena forma de aprender a sumergirse en el presente son tus historias, al leerte se encasquillan las manecillas.
Adelante continue, se lo ruego...
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