martes, 25 de septiembre de 2007

El partido

El partido estaba a punto de comenzar, pero una voz que nadie sabía exactamente de dónde venía había pedido un minuto de silencio por un (ya ex) jugador, del equipo que vestía de negro, que había muerto el día anterior en un accidente de tráfico. El estadio entero se puso en pie. Yo siempre he sido una chica despistada, así que hasta que aquel silencio ensordecedor no me envolvió, no me desperté. Nunca me han entusiasmado los partidos de fútbol, así que el fútbol gaélico también me daba igual. No solo fue el silencio lo que me despertó: mi madre me tocaba con un dedo repetidas veces en el hombro, tan fuerte que pensé que el hombro iba a hundírseme. Además me ardía la nuca. Los chicos de ciudad dirían que era por el sol que hacía esa tarde. Los de pueblo dirían que era por las miradas de odio de medio estadio que se clavaban en mi cuello. Me levanté. Miré a mi alrededor y vi el estadio más grande, más alto. Eran alrededor de 85.000 perdonas de pie, calladas, y el llanto d eun niño a lo lejos. Ni un ruido, excepto el de la tos intermitente de la señora que tenía detrás. Había unas vías cerca del estadio, yo las veía desde allí, pero ni siquiera el tren pasó. Incluso él parecía guardar silencio por un hombre que yo no conocía, que no había visto en mi vida, que ni siquiera había oído hablar de él, no sabía tampoco su nombre. Solo su apellido, O'Connor nosequé, no presté atención. No tenía nada que ver con ese hombre, o sí, pero de cualquier manera no le había conocido en vida. ¿Por qué tenía yo que levantarme y guardar mis palabras y mis ruidos por él? Seguro que si la que hubiera muerto fuera yo, nadie se levantaría. Me pregunté si el muerto era más importante que yo. No supe responder, pero de todas formas, él estaba muerto, tal vez se lo mereciera por eso, como un "al menos".


Permanecí de pie hasta que la gente se sentó. Allí no había gradas de un equipo, gradas del otro. Es lo bueno del fútbol gaélico, seguramente por ser gaélico, no por ser fútbol: el padre es de un equipo, el hijo del contrario. Hay mucha migración interior, amarillos con azules, blancos con rojos... En ese caso yo tenía que ser del amarillo y verde y jugábamos contra los negros.


Permanecí de pie hasta que la gente se sentó. En cuanto 84.999 culos tocaron sus respectivos asientos, antes de que pudiera darme cuenta, un griterío invadió el campo y el partido comenzó. Yo ya escuchaba mejor, la voz extraña se había callado. Volví a mirar a mi alrededor: leones y panteras se disputaban el último pedazo de carne, era el fin del mundo, esta vez de verdad, o al menos esa fue mi sensación. Tuve un poco de miedo, he de reconocerlo, pero la curiosidad empezó a crecer en mi estómago. Era increíble mirar hacia atrás y preguntarse cosas acerca de esa gente. Era divertido. Se encontraban sensaciones extrañas en mi estómago, se saludaban y se olían el culo, como los perros. No sabía describirlo pero parecía estar en un safari y ser yo la única que iba en el todoterreno mirando. Se me ocurrió poner la voz de Félix de la Fuente, pero no me salía y allí no entenderían la broma.


De vez en cuando, algún hipopótamo con mal aliento abría la boca y berreaba. Yo pensé que estaba en cel y que deseaba atraer a la hembra, pero resultó que su equipo era tan torpe en el campo como él en la cama y gritaba "árbitro cabrón", o algo parecido.


Algún niño se perdía entre el gentío y los asientos vacíos durante el descanso y recobraba su humanidad. Lloraba entre tanta gente excitada por un marcador final difícil de predecir, hasta que la madre, cuyas tetas, sin ganas ni gracia, aplastaban al pobre crío mientras le besaba por toda la cara, lo malpeinaba (o bienpeinaba) con fuerza, como si fuera un niño bien y gritaban juntos que iban a ganar






*Y a pesar de todo, los irlandeses me caen tan bien...

2 comentarios:

Velocet dijo...

Los irlandeses son unos tipos entrañables (al menos los pocos que conocí en Inglaterra), sin duda alguna.

Y los futbolistas y derivados que se mueren, efectivamente, no significan mucho más que el vecino. Eso sí, si el vecino hubiera puesto una web-cam en su habitación mientras le daba el infarto de rigor, probablemente más de 85000 personas habrían rezado por él.

Arfgh.

Anónimo dijo...

yo lo único q conozco de los irlandeses es el ambiente que he vivido en mis frecuentes visitas al bar irlandes que tengo detrás de casa en valladolid, así que basándome en mis pobres datos....vivan los irlandeses!!!

respecto a lo otro, el fútbol (gaélico, hispano o dedondesumadreloparió), tiene muchas facetas y pocas provechosas, salvo la de unir a la gente en momentos de bajón, haciéndoles unirse en el respeto a alguien que no conocían (he aquí una hoja de doble filo... por qué se ha de respetar más a un futbolista fallecido que no a otra persona...)***



***reflexión en lo referente a este mismo tema, en nuestra tierra... dos fallecidos unidos entre sí únicamente por las fechas de su desdicha... antonia puerta y francisco umbral...

(yo no soy quién para decir esto pero...) por qué han dado tanto el coñazo y han montado tanto revuelo con, pobrecillo, el futbolista y dejado de lado al escritor... por trayectoria profesional?? mmmm no se, tres años de fútbol frente a cuarenta de literatura... quizá no fuera por eso.. por qué?? ah si!! porque uno sale en televisión y el otro solo se le conoce porque vino a hablarnos de su libro o nosequé... pero en fin, como este país tiene un elevado porcentaje de borreguismo...

(hablando de esto... te voy a recomendar una lectura, es ligera, no un tostón, una obra de teatro (que realicé con mis compañer@s de la residencia este año) y que refleja esto a la perfección:
'treinta millones de gilipollas' de Mauro Entrialgo y Eloi Beato...


un beso